Pela y lava la patata. Corta los cantos hasta que te quede un tamaño de 8×5 cm.
Con la ayuda de una mandolina (el utensilio de cocina, no el instrumento), corta las patatas con un grosor de 2,5 milímetros aproximadamente.
A continuación, extiéndelas sobre papel absorbente y cúbrelas. Deja reposar durante 40 minutos, de esta manera se elimina gran parte del almidón y suflarán mucho mejor.
Prepara dos cazuelas con abundante aceite de oliva. Una tiene que estar a 100º y la otra a 180º.
Introduce primero las patatas en el aceite que está a baja temperatura. ¡Mira, mira cómo se confitan tranquilamente entre 12 y 14 minutos!
Después, sácalas rápido y sumérgelas en el aceite caliente.
Si lo has hecho todo bien, ¡voilá! surgirá el milagro.